viernes, 23 de febrero de 2018

BATALLANDO CON LA DUDA




Nadie vive una fe perfecta e inmutable, hay situaciones en que la duda nos afecta más de lo que pensamos. Cuando sucede esto, significa que aunque hoy estemos fluctuando y no sea fácil, la fe puede crecer con el propósito de hacernos más fuertes de lo que creíamos.

En Marcos 9:14-24 podemos leer y en específico en el versículo 24 que el padre del endemoniado estaba consciente de la duda que tenía, aunque le dijo, “creo”, él tuvo que pedirle a Jesús ayuda para vencer su incredulidad.
Juan el Bautista, a quien Jesucristo llamó el hombre más grande que ha nacido (Mateo 11:11), una vez expresó duda acerca de la identidad misma de Cristo (Mateo 11:3). Él preguntó y Jesús le mandó a responder.

A veces queremos todas las respuestas y podemos hacerle infinidad de preguntas que exteriorizan nuestras dudas, lo cierto es que aunque es válido preguntarle, también hay momentos que tenemos que aprender a vivir con el misterio, comprendiendo que hay tiempos para descansar y tener confianza en Dios.

Si estamos parados en una transición de lucha con la duda, no tanto del problema en sí que podríamos estar pasando, si no de querer creer pero las circunstancias nos hacen frente, entonces estamos en buen camino, porque esta transición nos llevará a una convicción, que implantará en nuestro corazón una fe perfecta, que como resultado será pensada y hablada revirtiendo la duda y que nos convertirá en victoriosos, esta fe perfecta viene de una decisión que tomamos en lo más agónico de las pruebas, la cual es honrada, porque viene de Dios.


Principios a considerar para fortalecer nuestra fe:
  • La lectura diaria de la biblia incrementará la fe (Romanos 10:17)
  • Declarar palabras de bien y no de mal, sobre todo declarar las Escrituras (Proverbios18:21)



Oremos:
  

Padre, en el nombre de tu hijo amado Jesucristo, te pido perdón por mis dudas y mis quejas, sé que no hay poder más grande que el tuyo. Quiero entregarte todas las cargas que me han traído dudas, tomo en su lugar el yugo de Jesucristo que es fácil y ligero de llevar, declaro con mi boca que tengo la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), que a partir de este día me irá bien, porque tú eres quien me lleva de su mano y me dices, no temas, yo te ayudo, gracias por hacerme victorioso y amarme tanto, me has hecho libre del temor. Gracias Señor, amén.

Deléitate con el video musical "Dios de Milagros" (Lead):



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